lunes, 9 de diciembre de 2013

Diciembre.

Hoy quiero compartir con vosotros algo personal, el primer relato que presenté a un concurso literario, y, al mismo tiempo, el primer (y he de reconocer que último con algo de vergüenza) relato que, habiéndolo presentado, me premiaron. Espero que lo disfrutéis, y que recordéis, de esa manera en la que se recuerda a los olvidados, de la que se recuerda un día triste para poder apreciar los días alegres, lo que pasó en aquella triste tarde villalbina de diciembre de 2002.

Diciembre.



Villalba, 17 de diciembre de 2002. Es una tarde tranquila, otra más. Estoy en clase de pintura, y, como todas las tardes, han llegado las siete y mi profesor y vecino se dispone a llevarme a casa. Ya sólo quedamos en el colegio nosotros dos y las mujeres de la limpieza, que parecen hablar con monotonía de los quehaceres diarios. Pero no, espera.... algo nos llama la atención, cuentan que ha muerto un guardia civil en Villalba, le han disparado. Mi profesor, con tranquilidad, les pregunta qué pasa, mientras yo observo con la mirada intrépida e inocente de un niño de siete años, de la misma manera que alguien desde una isla desierta ve pasar un avión. Sí, esa es mi manera de ver la vida, me encantan las novedades. Las mujeres cuentan, preocupadas, que han asesinado al guardia cuando pedía la identificación a unos sospechosos. Yo no alcanzo a saber muy bien lo que está pasando, empiezo a estar cansado, sin embargo, el olor a detergente y a colegio vacío es realmente agradable. Mi profesor, aun sin perder ese aire tranquilo y bohemio tan característico en él, se apresura a llevarme a casa. Ya ha anochecido y hace frío. Yo me quedo en el coche mientras el profesor llama a la puerta y mi padre sale a recibirle. Mi madre no está, como ya es normal desde que, hace un mes, ambos se han separado. Mi padre, a pesar de ser descuidado y estar embebido en su trabajo, siempre se mantiene sereno y amable, pero ahora le noto extraño, con un gesto de preocupación en su cara. Me apresuro a entrar en casa y a pasar al salón, donde más calor hace. En el sofá están mis dos hermanos pequeños viendo ese vídeo de dibujos que tantas veces han disfrutado; se les ve tan contentos... Mi padre, sin embargo, no deja de dar vueltas, nervioso. De pronto, decide quitar el video, con la consecuente queja de mis hermanos. Pone el canal 1... Los niños se han callado, yo noto que me quedo blanco y me empieza a latir el corazón muy deprisa. Me he sentado en la escalera que utilizamos para alcanzar los libros más altos de la estantería, mi padre ha dejado de andar y ahora sólo mira fijamente la televisión: hay una bomba muy cerca de aquí, en la gasolinera que está próxima a nuestra casala situación no está demasiado clara, no se sabe muy bien lo que pasa. Los siguientes minutos probablemente son los más largos y a la vez los más rápidos de nuestras vidas, juntos, asustados, confusos. El tiempo pasa, pero mi corazón no deja de latir con fuerza, miro la pantalla, no entiendo bien qué está ocurriendo, sólo sé que tengo mucho miedo. De repente, un fogonazo de luz en la pantalla de nuestro viejo televisor. Me he caído del primer peldaño de la escalera en la que estaba sentado, ha temblado el suelo. Me incorporo aterrado, la casa sigue igual, sólo se han caído algunas cosas. Mis hermanos gritan, mientras lágrimas de pánico se deslizan por sus mejillas. Mi padre también llora, nos ha cogido a los tres en brazos con cierta dificultad, nos abraza con toda la fuerza que puede y  nos lleva al piso de arriba. Sin soltarnos, mira por la ventana, aún aterrorizado, para ver qué ha pasado. Yo no lloro, sólo callo, extrañado, pensativo, en una tranquila tarde de diciembre de 2002.    

Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso.

Hace algunos años mi profesora de Filosofía nos dio a escoger entre tres libros como lectura obligatoria: La vida sale al encuentro, Un mundo feliz y El Principito. Bastó una mirada superficial a los volúmenes para que casi toda la clase se lanzara a por el más corto: la obra de Antoine de Saint-Exupéry. Pobres ilusos. Aquellos que habían apostado por la lectura más infantil y rápida, se encontraron mirando el libro desde todos los ángulos posibles para intentar captar el sentido. Y no era tarea fácil.
He leído y escuchado múltiples interpretaciones de este libro. Hay quien dice que el autor reflejó en el aviador su alter ego. También he oído comentar que el Principito no es más que el niño interior de Saint-Exupéry, que al final de la historia lo abandona puesto que tiene que dar paso a la madurez. Y por supuesto, entre mis compañeros de clase no faltaron comentarios sobre la posible verdadera vocación del francés: el cultivo de marihuana.
Personalmente, cada vez que lo he leído, he decidido abrir al máximo la mente. Llamadme ilusa, pero prefiero creer que cada palabra encierra una hermosa metáfora. Prefiero ver en los personajes de la historia una crítica mordaz a la sociedad. Sin ir muy lejos, el principio del libro simboliza para mí el desengaño y la frustración que siente el protagonista al encontrarse con un mundo muy poco afín a su interior. El viaje por cada uno de los planetas, son los prototipos sociales satirizados.
Tal vez la cruda realidad sea que el autor, en sus viajes, necesitaba llenar los espacios sin entretenimiento de su agenda y escribió todo lo que se le pasaba por la cabeza. Tal vez solo buscara el interés de los niños. Pero, fuera o no su intención, en el libro que os presento yo encontré un análisis descarado de los pesares que encierra el mundo que hemos creado, así como de las alegrías que lo iluminan.
De este modo, Antoine de Saint-Exupéry nos conduce mediante un cuento infantil a una moraleja que los infantes no pueden siquiera imaginar.

Stupeur et Tremblements

Es un libro escrito por Amélie Nothomb en el que cuenta la historia que vivió cuando tenía 22 años.
Esta chica es contratada para trabajar en Japón como traductora. Emprende su nuevo viaje con gran ilusión, ya que es el país en el que ha pasado su infancia y del que tan buenos recuerdos conserva.

Pero cuando llega todos sus sueños se frustran, se encuentra de frente con una cultura muy diferente en la que la discriminan por ser occidental y aún más por ser mujer.
Por eso sus labores en la empresa se limitan a servir cafés y modificar los calendarios.
Cuando por fin le ordenan una tarea importante, su superior, al verse amenazado por su competencia la destituye, comenzando una situación de acoso laboral para la protagonista.
Desde entonces pasa por varios puestos diferentes que no tienen nada que ver con sus estudios, por eso nunca consigue llevar a cabo con éxito ninguna de las tareas que le encomiendan.
Finalmente acaba trabajando como señora de la limpieza, aún así, y tras pasar por muchas humillaciones Amélie trata de hacer su trabajo lo mejor posible y de ayudar a sus compañeros siempre que puede. 

Es una chica soñadora y fuerte, que nunca pierde la esperanza y no quiere dimitir, trata en todo momento de adaptarse a la cultura aguantando las duras condiciones de vida a las que se ve sometida hasta que su contrato vence y por fin abandona el país.


Este libro resulta muy interesante porque permite conocer la cultura de otro país, Japón, muy diferente a la nuestra. Se centra sobre todo en la situación laboral describiendo a la perfección el funcionamiento de la empresa, y en el papel de la mujer en la sociedad, que queda relegado a un segundo plano, su labor se debe llevar a cabo en el hogar, y de no ser así nunca podrá tener un puesto de relevancia en el mundo empresarial. 

domingo, 8 de diciembre de 2013

La Feria del Libro de Madrid: la reunión de lectores por excelencia.

Aunque podemos comprar un libro en cualquier papelería o librería,  no hay nada como pasear por el Retiro  cuando la Feria del Libro llega a Madrid.

Desde su primera edición celebrada del 23 al 29 de abril de 1933 en el Paseo de Recoletos,  la Feria ha contado con numerosas alteraciones.  Tanto su ubicación y su fecha decidieron cambiarse en 1944: una vez al año entre  los meses mayo y junio en el Retiro. Además, ha pasado de ser organizada por humildes libreros a estar formada por más de 300 casetas de grandes complejos como la Fnac o La Casa del Libro.


La edad no es importante para asistir a este evento. La Feria del Libro cuenta con numerosas actividades y firmas de escritores  para todos los públicos. Así lo demuestran las firmas que tuvieron lugar en la pasada edición del 31 de mayo al 16 de junio de 2013. Entre ellas podemos mencionar la de Gerónimo Stilton para los pequeños de la casa; Blue Jeans y Laura Gallego para el público juvenil;  y Megan Maxwell para los adultos.



Camino de su septuagésima tercera edición para el verano de 2014, la Feria del libro de Madrid es sin lugar a dudas la reunión de lectores por excelencia. Puedes consultar los escritores que formaran parte del evento el próximo año en: http://www.ferialibromadrid.com/firmas.cfm




Marcas blancas

La sociedad de masas y el consumismo actual nos está llevando a una situación grave para la cultura en general, pero especialmente para la literatura, en la que se está perdiendo la calidad al crearse solo obras centradas en el mero consumo.

Esta es una situación que explica muy bien Juan José Millás en su texto “Marcas Blancas”.
En el resto de las obras artísticas, como pueden ser el cine o la música, se conservan aún autores que se niegan a subirse al carro del consumo de masas y proponen alternativas, creando obras bajo el sello “de autor”.
Pero esto no ocurre con la literatura que se está dejando llevar por los gustos masificados de la sociedad; ya no se compra buena literatura, sino que los libros que se adquieren son los que están de moda, los que compra el resto de la gente, olvidándose casi todo el mundo de los buenos escritores de verdad.

Para explicar esto, el autor del ensayo hace una metáfora de la situación actual, comparándola con una pescadería. Para él los boquerones serían la masa indiferenciada, la literatura masificada, mientras que las lubinas y los rapes corresponderían a los libros de autor, los verdaderamente buenos. Explica que finalmente, todos llevados por la rutina, acabamos comprando boquerones, sin fijarnos en lo realmente bueno.
Es una fuerte crítica a la sociedad de masas, y a como ésta va a acabar con la cultura y sobre todo con la literatura si no se hace nada para cambiarlo.


Por eso nosotros, los consumidores, debemos darnos cuenta de que tenemos que modificar nuestro comportamiento, y replantearnos lo que vamos a leer. Debemos interesarnos más por los buenos autores y escritores ya que si no van a desaparecer, siendo nosotros una simple masa sin criterio que resulta controlada fácilmente.

Enlace del artículo de Juan José Millás:

Que los árboles no te impidan ver el bosque

Me precipité en el vagón de la linea uno en Sol con el libro de mi amiga debajo del brazo. Todavía me quedaba más de media hora hasta mi parada; así que, más por aburrimiento que por curiosidad, lo hojeé. Era una antología de Rimas de Bécquer. Lo cierto es que en mí el nombre del escritor producía una reacción semejante a la que puede provocarme el de Alex Ubago o Pablo Alborán. Bonito, muy bonito, pero demasiado almíbar. ¿Quién quiere leer si al hacerlo siente como si estuviera suspendido entre algodones de azúcar? Pero aún me quedaba más de media linea de metro hasta casa. Me recosté en el asiento y empecé a leer. Y ya no pude parar. 
Los algodones de azúcar se habían diluido. No, los había destrozado a estocadas una cortante espada cuyo filo apenas llegaba en doloroso a las palabras que me entraban por los ojos y se alojaban en mi garganta. La aguja del reloj voló por la esfera, casi seguía el ritmo del deslizar de mis dedos sobre el papel. Las palabras del autor resonaban en mi cabeza, su dolor latía en mi pecho, su historia caminaba con la mía. Con la última página de aquella Antología, el verso fácil de Bécquer me obligó a desteñir el texto con una lágrima.
Estaba en casa.


Del papel a la gran pantalla: ¿éxito o fracaso?

Los directores de cine andan escasos de imaginación.  Así puede demostrarse con los numerosos best-sellers que estos últimos años han pasado del papel a la gran pantalla. Pero, ¿garantiza el éxito de un libro su fama en el cine?

Son numerosas las sagas que este último año han conseguido un profundo rechazo entre los amantes del cine juvenil. Es este el caso de películas como The Host o Hermosas Criaturas, con una recaudación de 19’5 millones y 26’6 millones de dólares respectivamente. Pero el ejemplo de fracaso cinematográfico más señalado del año 2013 es sin duda la película Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso.

La famosa saga de Cassandra Clare  que vio la luz en las librerías estadounidenses en marzo de 2007, obtuvo  el octavo puesto de superventas en el New York times solo un mes después de su publicación. Es por ello que Sony Pictures apostó por el salto de esta saga a la gran pantalla, financiando la película con un presupuesto de 60 millones de dólares. Pero los resultados no fueron los esperados cuando tras su estreno el 23 de agosto en Estados Unidos (una semana después, el 30 de agosto, en España) recaudaron sólo 50 millones de dólares.

Estas cifras no extrañaron a los lectores de la saga, que declaraban en las redes sociales su decepción tras ver el filme. Entre las causas de la mala adaptación que resultó ser la película de Harald Zwart, podemos señalar el cambio drástico del final así como la inclusión de partes de otros libros de la saga. Tampoco podemos olvidar que los actores principales de la película, Lilly Collins y Jamie Campbell Bower, no eran del gusto de las fans desde el principio del rodaje, especialmente este último.

No obstante, a pesar del batacazo que resultó ser Ciudad de Hueso, se prevé una secuela para el próximo año del segundo libro, Cazadores de Sombras: Ciudad de Ceniza.